Sabrina Farmer, ingeniera de fiabilidad en Gmail, ha participado en una conferencia sobre igualdad de género en el sector TIC en que ha explicado cómo una mujer puede abrirse paso en el mundo tecnológico y las principales barreras a las que se enfrenta.
El papel de la mujer en el sector TIC es cada vez más reseñable (no hay más que ver cómo importantes empresas de la talla de IBM o HP a escala global o Microsoft y Fujitsu en España están dirigidas por mujeres) pero aún siguen siendo minoría en un mundo de hombres.
En ese sentido, una ingeniera que trabaja para el gigante de las búsquedas Google, Sabrina Farmer, ha contado sus vivencias como mujer en este entorno que aún sigue siendo un territorio difícil para este colectivo.
"Yo no tenía intención de ir a la universidad", dijo. Sin embargo, una visita con un amigo a la Universidad de Nueva Orleans la convenció de lo contrario. Su habilidad innata con los ordenadores -"me había sentado y programado de una sola vez un pequeño individuo que funcionara a través de mi pantalla de televisión, en BASIC"- la hizo unirse al departamento de informática.
La duda y la autocrítica, explica Farmer, puede ser perjudicial para las mujeres en la industria de la tecnología, donde se encuentran casi siempre en minoría. En su primera clase había 60 alumnos, sólo 20 llegaron hasta el final de los cuales ella era la única mujer.
"Ese fue el comienzo del síndrome del impostor para mí… Yo no pertenezco a aquí, yo no encajo y otra clase de pensamientos por el estilo. Por eso empecé a ser muy conservadora: Nunca hablé en clase y nunca charlé con mis compañeros”, añade Farmer. La universidad resultó ser una gran experiencia en un ejercicio de aislamiento para esta ingeniera.
El síndrome del impostor fue documentado en la literatura psicológica en 1978 y se aplica a las mujeres altamente exitosas que sin embargo se sienten como si hubieran logrado su éxito gracias a la suerte o el fraude.
Éxito y ascenso a la cumbre
Un año después de graduarse como la única mujer de su clase, ya estaba trabajando en Silicon Valley y ganaba el doble de lo que su madre logró después de 20 años de trabajo como secretaria legal.
Entonces su apetito y ganas de desafíos crecieron. "Si un problema parecía imposible, yo quería hacerlo", dijo sobre sus primeros días de trabajo. Y cuando el espectro familiar del impostor volvió a aparecer, Farmer se hizo tres preguntas para mantener su equilibrio. "¿Cuál es el problema? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Lo que estoy sintiendo es real o simplemente un punto de vista?".
A Google después de diez años
"Quería ver si podía ser una colaboradora en una de las principales empresas en Silicon Valley", dijo a la multitud asistente a su ponencia. "Y fue increíble. Los problemas eran difíciles, pero yo podía superarlos. Las personas con las que trabajaba eran estupendas y ellos pensaron que yo era buena también”.
Maternidad y conciliación laboral
"La maternidad es una historia diferente, lo que me obligó a cambiar mis prioridades por primera vez en mucho tiempo. Yo sabía que las cosas iban a tener que cambiar, pero nunca pensé que tendría que poner mis objetivos al margen", dijo Farmer.
Después de dar a luz, Farmer volvíó a Google, “donde un nuevo gerente reorganizó a parte del equipo, todos los nuevos proyectos... Yo no estaba preparada. Yo no era capaz de mantener mi productividad". Sin embargo, ella continuó trabajando en un horario agotador y conciliando esa vida con el cuidado de su hijo.
Dos vidas, dos trabajos a conciliar que no es fácil pero sí posible: "Tuve a mi hija, también tuve a mi hijo. Y he sido ascendida dos veces en Google desde entonces. Eso no es poca cosa para cualquier persona familiarizada con cómo funciona Google", dijo