"Cada vez que, en cualquier lugar, se hace dejación de los valores de la humanidad, estamos todos en peligro"
Exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos
27/01/2018
"Sería un peligroso error pensar que el Holocausto fue un simple producto de la locura de un grupo de criminales nazis. Más bien todo lo contrario, el Holocausto fue la culminación de milenios de odio, culpabilización y discriminación de los judíos, lo que ahora llamamos antisemitismo".
António Guterres. Secretario General de las Naciones Unidas.
Hoy recordamos a los seis millones de mujeres, hombres y niños judíos que murieron en el Holocausto. "Un sinnúmero de otros seres humanos también perdieron la vida mientras la crueldad convulsionaba el mundo. Sin embargo, décadas después de la Segunda Guerra Mundial, somos testigos de cómo persiste el antisemitismo y se incrementan otras formas de prejuicio", advierte António Guterres.
El Día Internacional de las Víctimas del Holocausto no se conmemora cada 27 de enero por azar: ese día, del año 1945, el Ejército soviético liberaba el mayor campo de exterminio, el de Auschwitz en Polonia, en el cual perdieron la vida, según distintas estimaciones, entre 1,5 y 4 millones de personas.
Annette Cabelli, de 91 años, fue una de las supervivientes de Auschwitz. Tuvimos la oportunidad de conocerla el pasado mes de febrero en Madrid, donde acudió para participar en la I Jornada sobre implicaciones educativas del Holocausto, organizada por el ministerio de Educación, Cultura y Deporte para combatir la violencia a través de la educación.
Narró el horror padecido durante tres largos años.
Nacida en el seno de la comunidad sefardí de Salónica (Grecia) en 1925, Annette constató cómo, a partir de la ocupación alemana, las condiciones de vida se volvieron atroces para los judíos de esta ciudad: trabajos forzados, confinamientos en ghetos, obligación de portar la estrella amarilla…
Su padre ya había fallecido y su madre se había quedado a cargo de Annette y de dos hermanos. A veces preguntaba a Alberto, el hermano mayor: “¿cuándo me llevarás a España?". Él contestaba: “pronto, mamá, cuando tengamos dinero”. “Pero mamá nunca llegó”, lamentó Annette.
Tenía apenas 17 años cuando llegó la orden de que todos los judíos debían presentarse en la estación de tren. El destino: Auschwitz, donde llegaban tras un largo viaje de cinco días.
Las condiciones eran extremas. Hacinados, sin comida y sin bebida. Al llegar al campo, de madrugada, se formaban dos filas. Mujeres enfermas, ancianos y niños eran conducidos a la derecha. “Había camiones con una cruz roja encima para engañarnos y creyéramos que estábamos protegidos”, relataba Annette.
Un soldado alemán la sacó de la fila en la que aguardaba junto a su madre y le salvó la vida. Pero a su madre no volvió a verla nunca más. Tenía 40 años y fue conducida a la cámara de gas ese mismo día.
"Que no se repita nunca más. No importa si eres judío, cristiano o musulmán. Todos somos iguales”
El resto formaba otra fila para ir a trabajar. En los campos se necesitaba mucha mano de obra y los prisioneros morían a los 5-10 meses de hambre, frío, trabajos forzados… “Nos ponían un tatuaje con un número que debías memorizar -Annette aún recuerda el suyo, el 4065, y el de uno de sus hermanos. Al segundo hermano no lo volvieron a ver-. Después íbamos a las duchas y nos cortaban el pelo. Las guardianas se reían como si fuéramos un espectáculo”, señaló.
Lo más frecuente era que estuvieran 15 días encerrados en barracones porque los nazis tenían miedo de que transmitieran la malaria.
Aún recuerda el hambre y el frío, con temperaturas de hasta 12 grados bajo cero y sin ropa de abrigo. Muchos prisioneros morían de noche y por la mañana tenían que sacar y apilar los cuerpos.
Comían de noche, una sopa que era agua y pan. Algunas personas, recordaba, se arrojaban a las vallas eléctricas porque no soportaban el horror.
Annette escapó a las sucesivas selecciones para la cámara de gas y fue obligada a desempeñar tareas de todo tipo. Trabajó en una fábrica de bombas durante 12 horas al día. Tras dos años y dos meses de cautiverio bajo severísimas condiciones, fue obligada a caminar en una marcha de la muerte que la condujo hasta el campo de Ravensbrück, donde se tenían que pelear por la comida, y desde ahí al de Malchow, donde fabricaba cerillas.
La historia cambió poco después. Una mañana de 1945 descubrió que los guardias nazis habían desaparecido. Junto a otros prisioneros, ya de noche, se dirigieron a una granja y de ahí a un pequeño pueblo, hasta alcanzar las líneas norteamericanas.
Annette decidió no regresar a Grecia porque le traía recuerdos muy dolorosos. Con apenas 38 kilos y sin documentación, se marchó con otras mujeres a Francia, que se convirtió en su hogar. Allí se casó con el también deportado Harry Cabelli y tuvo dos hijas y un hijo. Ahora vive en Niza y desde hace unos años transmite su estremecedora historia.
“Que no se repita nunca más. No importa si eres judío, cristiano o musulmán. Todos somos iguales”, defendió Cabelli. Aún hoy, casi un año después de escucharla, resulta imposible no emocionarse e indignarse.
"Que no se repita nunca más. No importa si eres judío, cristiano o musulmán. Todos somos iguales”
El Centro de Exposiciones Arte Canal, en Madrid acoge, hasta el próximo 17 de junio la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, que después visitará otras ciudades de Europa y Norte América. Mujeres en Igualdad la visitó el pasado diciembre.
Pero el virus del odio se inoculó mucho antes de la II Guerra Mundial.
“Se extiende como la pólvora, tanto que hay que estar agradecido con todo aquel que se muestre libre de prejuicios”, señalaba Berthold Auerbach, escritor alemán, sobre el éxito del movimiento antisemita en 1880.
Madrid es su único destino de la muestra en España. Más de 600 objetos originales del mayor de los campos nazis alemanes, en su mayoría pertenecientes a la colección del Museo Estatal de Auschwitz–Birkenau, se muestran aquí al público, muchos de ellos por primera vez.
Entre las piezas, procedentes de más de 20 instituciones, museos y coleccionistas privados, se puede ver un barracón original procedente de Auschwitz III - Monowitz, un vagón original de la compañía nacional alemana de tren, la Deutsche Reichsbahn, así como objetos personales de algunas de las víctimas y verdugos del campo, elementos estructurales del campo y documentación y material audiovisual inédito.
Recorre una de las historias más oscuras de la humanidad, pero también nos insta a vivir y a dar sentido a nuestra existencia. Este es el mensaje de Charlotte Delbo, una superviviente:
No olvidemos este mensaje de Guterres:
Debemos cerrar filas contra la normalización del odio.
Cada vez que, en cualquier lugar, se hace dejación de los valores de la humanidad, estamos todos en peligro.
Más información/trailer
Opiniones
No existen opiniones para este elemento.
Arriba
Opinión
Enviar a un amigo
Volver Atrás