Este 11 de febrero celebramos el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, esto no se debe a una razón puramente histórica para reconocer las muchas aportaciones que las mujeres han realizado a lo largo de los años en todos y cada uno de los ámbitos, también lo hacemos para fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas en las jóvenes y en las niñas.
Y es que, hoy día, tan solo el 28,5 % de las plazas en carreras STEM son ocupadas por mujeres con una tendencia claramente negativa. Si en los años 80, las mujeres representaban más del 30 % en estas carreras, hoy apenas llegan al 12; y si en Matemáticas suponían el 60 % de las matrículas universitarias en el año 2000, hoy se quedan en un 37 %. Esta brecha de género se refleja también en puestos de liderazgo: solo una de cada tres personas dedicadas a la investigación en todo el mundo son mujeres. Además, apenas un 24% de mujeres ocupan una cátedra en las universidades españolas.
Detrás de estos datos se encuentra una realidad que va mucho más allá de las preferencias de las jóvenes y las niñas hacia aquellas carreras humanísticas o las relacionadas con los cuidados. De una parte, años de recepción de los estereotipos y sesgos de género por parte de la familia, los centros educativos o los medios de comunicación; de otra, la pérdida de interés o desmotivación de las chicas que, aun teniendo notas superiores a sus compañeros, se cuestionan constantemente sus capacidades creyéndose peores.
Cada mes de febrero vemos como a nivel estatal y autonómico se ponen en marcha numerosas iniciativas de visibilización y actividades para dar a conocer referentes femeninos en la población escolar que potencian la creatividad de las niñas y jóvenes para poder encontrar mayores alternativas a su futuro.
Sin embargo, estas iniciativas deberían transmitirse a lo largo de todo el año, para intentar corregir una brecha que no sólo está relacionada con las vocaciones científicas, sino también con la capacidad de crecer dentro de estas carreras y alcanzar puestos en los órganos de decisión. Las mujeres científicas continúan siendo una minoría invisibilizada. Por ese motivo, la presentación de referentes femeninos en la ciencia, como investigadoras o ingenieras, puede favorecer un cambio de pensamiento y animar a millones de niñas a creer en ellas mismas y ser lo que quieran ser.
Tenemos un desafío común para conseguir la igualdad: despertar la motivación e interés de las niñas y las jóvenes por la ciencia, y con ello favorecer la creación de espacios en los que puedan visibilizar su labor y su talento. El objetivo es impulsar la vocación por las carreras STEM entre las niñas incrementando el número de ellas que cursen carreras científicas-técnicas. Sólo así evitaremos la fuga del talento femenino.
Según la ONU, la desigualdad de género supone un freno para la ciencia. Las mujeres y las niñas deben asumir mayor responsabilidad en el ámbito científico porque, ante una realidad digital en constante evolución, necesitamos aprovechar todo el talento posible.