Su compromiso con la igualdad viene de antiguo... ¿desde cuándo?
En lo personal desde pequeña, en lo profesional desde siempre.
Hasta hace poco, lo ejercía en su carrera política en el Partido Popular.
Sí, mi militancia política y mis responsabilidades públicas siempre han estado vinculadas a la igualdad, de hecho, fui durante muchos años portavoz de mi grupo parlamentario en la Comisión de Igualdad del Congreso, lo que me permitió ser ponente de las principales leyes relacionadas con la Igualdad hoy vigentes tanto la Ley Integral contra la Violencia de Género de 2004, como la Ley de Igualdad de 2007. Después fui Secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad y posteriormente presidenta de la Comisión de Igualdad del Senado desde la que impulsamos la aprobación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Por tanto, toda mi carrera ha estado vinculada a la igualdad, antes desde lo público, ahora desde el asociacionismo.
¿Qué otras actividades mantiene, además de la presidencia de esta organización?
Soy autónoma y trabajo asesorando a empresas, organizaciones y entidades en materia de igualdad, tanto a la realización de planes de igualdad como formación en igualdad. La dedicación a la asociación es sin ánimo de lucro, saco todas las horas que puedo para dedicarme a la asociación
El principal objetivo es que la Confederación de Mujeres en Igualdad sea la plataforma de referencia para las mujeres que creemos que la Igualdad es una prioridad y una cuestión de derechos humanos. Por tanto, hacer crecer la confederación, reforzar las estructuras territoriales y tener presencia, voz y criterio propio en todos los órganos donde las asociaciones de mujeres participemos.
¿Cómo definiría la igualdad cuando hablamos de hombres y mujeres?
Es una cuestión de derechos humanos, tener las mismas oportunidades hombres y mujeres. De valorar el talento sin género. No me gusta la idea de igualdad excluyente que divide mujeres y hombres o mujeres con una u otra ideología, creo en la suma de voluntades y esfuerzos, que sólo desde la unidad alcanzaremos la igualdad real de derechos y oportunidades.
¿Cuál es el peor efecto de la desigualdad en una sociedad?
La pérdida de oportunidades, de talento, dejar atrás a la mitad de la sociedad.
¿Dónde cree que es necesario hacer más hincapié para combatir la desigualdad?
La clave es la educación, sin educación no hay progreso, una educación en valores y principios, desde la escuela y también desde los hogares. En el ámbito laboral, no sólo que las mujeres tengamos oportunidades de acceder al mercado laboral en igualdad de condiciones, sino también que podamos mantenernos y que la maternidad deje de penalizarnos a través del refuerzo de la conciliación, corresponsabilidad y los cuidados. Sin olvidar la necesidad de romper el techo de cristal y dejar de desperdiciar el talento femenino. La brecha salarial, la violencia de género… Hemos avanzado mucho en los últimos años, pero queda mucho camino que recorrer.
¿Cuál es hoy la principal lucha de Mujeres en igualdad, entre todos los objetivos que se marcan?
Seguir apoyando a las mujeres más vulnerables, especialmente a las mujeres víctimas de violencia de género y sus hijos. Seguiremos exigiendo que el Pacto de Estado se cumpla. Incluyo las víctimas de trata y seguiremos firmes reclamando una Ley Integral contra la Trata. El apoyo a las mujeres que han perdido su empleo, mediante la capacitación y la formación para la búsqueda de empleo. Formación, sensibilización, capacitación, empoderamiento a las mujeres a través de cursos, talleres, seminarios, etc. Además es necesario poner en valor la capacidad de las emprendedoras, a ellas queremos dirigirnos en esta etapa igualmente, para ser un espacio al que puedan dirigirse y en el que se vean reflejadas. Donde hablemos de los problemas que les preocupen y les demos difusión, para que se resuelva y así poder mejorar su vida.
No debemos olvidar la incidencia y la labor de respuesta y oposición como organización social en los temas que se plantean por parte del Gobierno y que creemos que suponen un retroceso a las conquistas en igualdad de las últimas décadas.
¿Está a favor de las cuotas o la discriminación positiva?
No era partidaria de las cuotas, pero creo que las cuotas han favorecido, por ejemplo, que haya más mujeres en la política. Creo que hay que seguir poniendo acciones positivas para poder llegar a una igualdad real, porque por desgracia seguimos muy lejos de que se cumpla la igualdad legal. Si no podemos medidas de acción positiva, no llegaremos a la igualdad. Tenemos que relacionarlo con metas, más que con cuotas, con objetivos a alcanzar, y el objetivo final es la igualdad, llegar al equilibrio. Metas concretas con objetivos evaluables.
¿Qué sería necesario para acabar con la violencia contra las mujeres?
Educación, educación, educación. Sensibilización, muchas más campañas, especialmente dirigidas a jóvenes y adolescentes. Formación en la materia por parte de los profesionales implicados. Más medios, recursos y coordinación.
¿Qué ocurre cuando además de la discriminación de género se soporta la que tiene su origen en una discapacidad?
Evidentemente la discriminación se multiplica, las mujeres con discapacidad sufren una múltiple discriminación, por su propia discapacidad y por la violencia que reciben, teniendo en cuenta además que esta violencia la reciben de su entorno más próximo, en el que ellas creen sentirse protegidas.
Este último año de pandemia la situación se ha agravado, con un importante incremento de incidencia de la Violencia de Género durante el confinamiento sumado a la extraordinaria vulnerabilidad y dificultad de las mujeres con discapacidad.
Es evidente que hay que dar una respuesta clara a las mujeres y niñas con discapacidad. Los que participamos en el Pacto de Estado contra la violencia de género aprobamos una extensa batería de medidas dirigidas a estas víctimas, yo sólo espero que vean la luz lo antes posible, porque son necesarias y porque además son las que la
Fundación CERMI Mujeres y otras asociaciones de la discapacidad decidisteis que debían estar. Medidas que habrá que complementar con otras para adaptarlas a la realidad tras COVID, como incrementar las campañas de información a disposición de las víctimas que se puedan ver de nuevo encerradas con su agresor, herramientas para que puedan pedir auxilio, medidas de intervención urgentes para sacarlas de la casa y llevarlas a un sitio seguro, más todas las medidas de recuperación, ayuda económica, etc. que necesiten ellas y sus hijos…
¿Por qué cree que sufren más violencia y maltrato las mujeres con discapacidad?
Porque son más vulnerables y porque no tienen muchas veces capacidad para hacer frente a esta violencia, para defenderse ante la misma, incluso para expresar lo que les ocurre. En ocasiones porque no la identifican como tal, en otras porque no tienen medios para defenderse, denunciar o pedir ayuda.
¿Qué más hace falta para combatir esta terrible realidad?
Lo primordial en estos casos es la educación. Sin la concienciación social no vamos a ninguna parte. Por otro lado, también es imprescindible la seguridad jurídica para que las mujeres que se ven en este tipo de casos los denuncien. Y que sus maltratadores cumplan sus penas, que se conozcan, y que sean ejemplarizantes para otros.
El temor de muchas mujeres, con y sin discapacidad, a la hora de plantearse la denuncia es que no se crea su testimonio…
A veces incluso no se denuncia porque ellas mismas no saben que son víctimas de violencia, no se identifican como víctima; o si tienen hijos, temen que les vaya a ocurrir algo a los hijos y, en tercer lugar, un factor determinante es la situación económica, aunque ocurre a mujeres de cualquier rango social o económico. Si eso le ocurre a cualquier mujer, es mucho más complicado para las mujeres con discapacidad… Por eso creo que hay una parte fundamental que se debe trabajar, que es la educación y la formación de los operadores, para que te crean cuando denuncies; si todos los profesionales que trabajan en determinados puestos tuviesen formación en igualdad, probablemente se detectaría mejor. Y desde luego, la sensibilización social a todos los niveles, para que tanto jóvenes como adultos sepan qué es violencia de género y te crean cuando lo cuentes.
Conoce bien el CERMI y la Fundación CERMI Mujeres, ¿cómo valora el trabajo de los últimos tiempos en favor de la igualdad desde ambas entidades?
Sin duda, mi relación con el tercer sector y las organizaciones de discapacidad desde el CERMI,
ONCE o cada una de las asociaciones de la discapacidad siempre ha sido de admiración, respeto y trabajo común, desde el Parlamento y especialmente desde la Secretaria de Estado, siempre he pensado que hacen una labor impagable; uno de los logros como secretaria de Estado fue la aprobación de la Ley de Tercer Sector y me siento muy orgullosa de ello y, ahora, sin duda, trabajaré junto a las asociaciones, con la Fundación CERMI Mujeres entre otras, a las que me une una gran relación de amistad, para desde la suma de esfuerzos, poder dar una respuesta más eficaz a las mujeres que nos necesitan.
Vi nacer la Fundación CERMI Mujeres en mi etapa como secretaria de Estado, y durante estos años he seguido muy de cerca su trayectoria y crecimiento. Creo que hacen una extraordinaria labor de apoyo, formación y acompañamiento a las mujeres con discapacidad.