El discurso de odio precede al delito.
"Al igual que la propaganda precede a la acción, el discurso de odio se encamina y pretende suspender derechos y libertades como los derechos a vivir sin miedo o intimidación, el derecho a la dignidad de la persona, tanto individual como colectiva, a la igualdad de trato sin ningún tipo de discriminación o marginación, en definitiva, el derecho a ser diferentes pero iguales en tener derechos y libertades fundamentales".