Esta es la increíble historia real de una mujer para ayudar a cambiar el mundo.
La de Joan Trumpauer Mulholland.
En principio, casi nadie pensaría que una adolescente blanca de 19 años y criada en un ambiente conservador en Arlington (Virginia) se convertiría en una firme defensora de los derechos de la población afroamericana en los Estados Unidos. Corrían los años 60.
Pero a su edad, Joan ya había participado en numerosas sentadas y protestas en el sur del país para denunciar el (mal)trato que recibía la comunidad negra, lo que le llevó a figurar en la lista de las personas más buscadas por el Ku Klux Klan.
Su implicación comenzó en la iglesia y continuó en la escuela secundaria. El grupo juvenil de su iglesia invitaba en secreto a estudiantes negros a una cena de espagueti que hacían los domingos. “Era a finales de 1957. Teníamos que mantenerlo en secreto porque la policía nos podía arrestar”, dice Mulholland.
Por insistencia de sus padres, estudió en la Duke University de Carolina del Norte, donde participó en sentadas pacíficas en los comedores para protestar contra las políticas que prohibían que los alumnos negros se sentaran con los blancos. De Duke pasó al Colegio Universitario Tougaloo, en Misisipi, donde se convirtió en la primera estudiante blanca inscrita en esa institución tradicionalmente negra. Allí conoció a líderes de los derechos civiles con quienes trabajaría en los años posteriores, como King, Anne Moody y Medgar Evers.
En 1961 estuvo dos meses en prisión, en Misisipi, junto a otros compañeros de Viajeros de la libertad (Freedom Riders), un movimiento multirracial que desafiaba a los segregacionistas y que, pacíficamente, se subían a los autobuses negándose a viajar separados. Estuvo en una celda del pabellón de la muerte de la prisión más dura del país, Parchman Farm, antes de fijar una fecha para la vista del juicio y dejarla en libertad.
Mulholland pasó el verano de 1963 ayudando a organizar la marcha de Washington, que acabaría siendo uno de los mítines políticos más importantes de la historia del país y donde Martin Luther King pronunciaría su discurso Tengo un sueño.
La primavera siguiente, Mulholland estaba convencida de que la iban a matar. El Ku Klux Klan la detuvo junto a otros cuatro activistas cuando salían de Canton (Misisipí), pero lograron escapar. Un informante del Klan confirmaría después que los atacantes tenían orden de matarlos. Como no lo lograron, el Klan mató a otros tres trabajadores de los derechos civiles: Michael Schwerner, James Chaney y Andrew Goodman.
Tras graduarse en Tougaloo, Mulholland regresó a Arlington (Virginia), donde tuvo cinco hijos y trabajó como profesora. Siguió participando activamente hasta que se aprobó la Ley de Derechos Civiles. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su trabajo. Entre otros, del expresidente Barack Obama.
Hace unos años creó la Fundación Joan Trumpauer Mulholland para ayudar a educar a los niños y defender los derechos civiles.
Su vida está narrada en la película An Ordinary Hero (Una heroína corriente). También se ha editado en forma de libro infantil.
Hoy, a sus 75 años, imparte charlas en escuelas y organizaciones. “Debéis salir y actuar de algún modo”, aconseja Mulholland a los jóvenes. “Apoyad a todo aquel que esté siendo acosado”.
Entrevista a Joan para el proyecto "Historia de los derechos civiles", realizada por John Dittmer en Arlington, Virginia, 03/17/2013.