Los números hablan por sí mismos: una de cada cuatro mujeres europeas han sido víctimas de malos tratos a lo largo de su vida. Una cifra que se eleva a una de cada tres si se mide a escala mundial, según un estudio publicado hace algunas semanas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y, aún así, siguen existiendo rasgos «invisibles» de la violencia machista. «El problema de los malos tratos y de la violencia sobre la mujer es que siguen presentando aún rasgos que se desconocen», aseguran desde la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.
Las estadísticas son llamativas. También son recientes. Hace tan sólo 14 años, la Asamblea General de la Naciones Unidas aprobaba crear el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia de Género. Un dato que muestra la poca visibilidad que tenía hasta entonces este problema.
Pero, ¿cómo es posible? La metodología del estudio de la OMS no se anda con rodeos. A través de entrevistas, las mujeres fueron preguntadas por dos formas de violencia: la ejercida por la pareja —ya sea física o sexual— y la violencia sexual infligida por otra persona distinta de la pareja.
En las definiciones aportadas sobre el estudio, se enumera como violencia ejercida por la pareja «ser abofeteada, haber sido empujada, golpeada con el puño u otra cosa que pudiera herirla, ser pateada, arrastrada o golpeada, o ser estrangulada o quemada a propósito, o ser amenazada con usar —o hacerlo directamente— una pistola, un cuchillo u otra arma». Respecto a la definición de la violencia sexual, se incluye «ser forzada físicamente a tener relaciones sexuales cuando no quería, tener relaciones sexuales porque tenía miedo de lo que su pareja podría hacer, y/o ser forzada a hacer algo sexual que encontraba humillante o degradante».
No se incluyó la violencia emocional o psicológica en el estudio
A las mujeres entrevistadas se les preguntó específicamente por cada una de estas acciones. De esta forma se evitaban vaguedades. Tampoco se incluyó la violencia emocional o psicológica. Los autores no querían que la falta de acuerdo internacional sobre cómo medirla y sus estándares empañara el resultado del informe.
«La estadística de la OMS viene a reflejar la violencia sufrida en el ámbito de la pareja a lo largo de sus vidas (desde los 15 años) por las mujeres que están vivas en el momento en el que se han hecho los estudios, y su interés radica en que nos indica la realidad vivida por estas mujeres», aseguran en la Delegación de Gobierno para la Violencia de Género. Según el estudio, España estaría incluida en la región con los niveles más bajos de violencia, con un 27,7% en total y del 19,3% dentro de la pareja.
Sin embargo, los datos manejados hasta ahora por la Delegación y por el Instituto de la Mujer son diferentes. Fue en 1999 cuando comenzaron a hacerse a nivel estatal macroencuestas en colaboración con el Centro de Investigaciones Sociológicas. Y sus resultados son más bajos, aunque han ido aumentando. Si se analiza la evolución de la violencia de género en las distintas Macroencuestas, los niveles han ascendido del 5,1% en 1999 hasta el 10,9% de 2011.
Eso sí, para comparar estos datos con los de la OMS hay que tener en cuenta varios factores. El primero, el de las diferencias de criterios incluidos en cada uno de ellos —por ejemplo, en los datos españoles sólo se incluye la violencia por parte de la pareja o expareja, y se introduce la violencia psicológica—. El segundo, que en el informe de la OMS se hace una media por regiones, lo que modifica la tasa de cada país.
Sin embargo, lo importante es que en ambos casos, los datos sobre la violencia contra la mujer «reflejan la pervivencia de esta injusticia y esta lacra en la sociedad española del siglo XXI», aseguran desde la Delegación.
Datos positivos
Y pese a lo alarmante de la situación, también es cierto que hay datos positivos. Según reflejan los datos a nivel estatal, existe un aumento de las mujeres que han conseguido superar la violencia de género a lo largo de las macroencuestas de 1999, 2002, 2006 y 2011. El 72%,2 del total de las encuestadas habrían salido de esa situación de maltrato en la Macroencuesta 2011.
Por eso, además de seguir avanzando para dar respuesta a la preocupación social y política existente y para ofrecer a las mujeres acciones y eficacia, a nivel europeo los Estados deben trabajar para unificar el uso de indicadores. Algo que, actualmente, es un escollo para abordar el problema de una manera conjunta y para dar salida a encuestas como la de la OMS.
«Aunque a escala europea ya se está trabajando en este tema, con la participación de nuestro país desde luego, lo cierto es que, por el momento, la recopilación de datos relativos a la violencia de género contra la mujer a escala europea, resulta parcial e incompleta», explican en la Delegación. Y esto es lo que constituye uno de los retos más importantes: «Lograr la accesibilidad pública de la información, unificar el uso de indicadores para evitar sus diferencias en función de las definiciones existentes en los tipos penales y conseguir datos diferenciales específicamente relativos a la violencia de género».