Sonrisas cargadas de estrellas para todos los pequeños hospitalizados
ELALMERIA.ES-05/01/2010
Melchor, Gaspar y Baltasar visitaron las instalaciones del complejo Torrecárdenas regalando juguetes a los niños · Antes lo hicieron en los Marqueses de Cabra
Si tu madre te lo niega, pídeselo a tu abuela. Y si no, a los Reyes Magos. La camiseta de un pequeño hospitalizado, en la cuarta planta del complejo Torrecárdenas, rezaba el curioso eslogan. Su madre ríe al lado mientras recoge el papel rojo arrugado del suelo. "¡Mira, mamá, un Mazda!". El coche teledirigido, protegido aún por el plástico, recién llegado de Oriente, hace brillar sus ojos, que no reflejan el cansancio, ni las horas de paseo por los pasillos. Él lo ve de otra manera. Ayer tocaba mirar a través de los ojos cargados de estrellas de los tres Reyes Magos.
Sus agendas cargadas. Más que las de cualquier personalidad del mundo de la política o las artes. Ellos, al fin y al cabo, son Sus Majestades. Las altas coronas apuntando hacia un cielo despejado, pese a las previsiones porque, quién sabe, igual también tuvieron algo que ver con eso. Así, con veinte minutos de retraso porque en Oriente, con las horas ya se sabe lo que pasa, ponían pie en Almería, concretamente en los aledaños del Palacio de los Marqueses de Cabra donde una niña vestida con un chándal morado comenzaba a atisbar incredulidad. "Que no, mamá, que éstos no vienen hoy". Melchor pone el pie en el suelo, y Gaspar, y Baltasar. Brazos abiertos y a continuación su pequeño séquito de pajes. ¡Están aquí!. La niña de morado sale corriendo, a ocupar uno de los primeros sitios. Y el niño del gorro blanco se sienta en las rodillas de Melchor, de donde decide no bajarse. Los juguetes recogidos por la Asociación de Mujeres en Igualdad fueron entregados por los Reyes en poco tiempo. Pero ellos querían más, ante todo, no marcharse. Quedarse para siempre sentados a la orilla de Sus Majestades, a los que llevan un año entero esperando. Alba Rodríguez muestra su madre una muñeca del musical High School. Lleva un anillo rojo. Su hermano, un bebé muy pequeño, duerme tranquilamente, ajeno a lo que está pasando. Pero también él despertará, pasados los años, y querrá estar a su lado. Posteriormente los Reyes Magos marcharon hasta el complejo hospitalario Torrecárdenas, donde les esperaban con ansia los pequeños enfermos, aquellos que pasarán la noche del cinco de enero en las instalaciones, pero saldrán con más y nueva vida. Pese a que ya son casi las doce del mediodía, muchos están durmiendo, otros realizándose analíticas, pero los que quedan están nerviosos. Se asoman a las puertas, saltan, ríen, revisan lo que está pasando. Fueron casi treinta y cinco regalos los repartidos por las plantas donde estaban los niños. Una mujer espera en la puerta de la cocina, donde los Magos han querido conocer a los trabajadores. Lleva de la mano a Carlos Criado. Al principio le da vergüenza, mucha. Luego entiende que lo mejor es tragar saliva y entrar. Para encontrarse cara a cara con él. Baltasar le mira, le toma en brazos y él se lleva como recuerdo una imagen que ahora colgará en su cuarto, pero siempre en su corazón.
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